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Sobre minimalismo y cuarentena

Sobre minimalismo y cuarentena

Ya había estado en cuarentena, a pesar de no ser un introvertido extremo, en varias ocasiones. Durante los “Vipassana”, retiros silenciosos de diez días sin teléfono, sin conversación, horario apretado y dieta estricta. Durante la ruta de esquí de montaña de seis días, con la misma ropa y solo rodeado de montañas y nieve. Y cruzando en solitario parte de Mongolia y otros países en bicicleta.

Estas cuarentenas auto-impuestas van de la mano con una tendencia personal a necesitar poco. Una bicicleta vieja y una bolsa pequeña, un cuarto silencioso para meditar, un ordenador portátil o una libreta. Ahora bien, no hay nada de santidad en estas situaciones, sino una necesidad elevada de control: si necesito menos, soy más dueño de mi vida. Es una actitud diaria: moverse sin luces en la oscuridad como un gato, desplazarse en bicicleta, practicar deportes sin herramienta, como correr o el yoga, tocar instrumentos musicales ligeros como la flauta, cortarse el pelo solo y nunca facturar maleta.

Todos estamos rodeados de personas adictas a la seguridad, limpieza, lujo y drogas, convencidas de la utilidad de sus obsesiones. Pero ¿acaso es mejor la obsesión minimalista? No, es solo una preferencia. No es para todos, solo es mejor para alguunos y no necesariamente siempre.

Dicen que minimalismo significa tener una vida hecha de cosas pequeñas: un pequeño yate, un pequeño Ferrari, un pequeño ático… ¿El minimalismo es algo hecho para las personas ricas? como Chelsea Fagan escribió en ‘The Guardian‘. No necesariamente y tampoco significa mantener un estilo de vida que acaba siendo una “tediosa exhibición personal”. Non son minimalistas los que comen en una “mesa de 4.000 dólares, tallada a mano por un novelista fallido en Escandinavia”.

Ser minimalista significa vivir con lo esencial. Esto implica deshacerse del exceso de cosas y vivir una vida basada en experiencias, en lugar de propiedades. Las personas más jóvenes ya han liderado este camino, apostando por el alquiler y otras fórmulas que no requieren la propiedad. Las experiencias no pueden ser robadas, dañadas o perdidas. Ser minimalista no significa practicar la austeridad de no volar, hacer negocios o ir a un hotel de lujo, pero tampoco debe ser una rutina. Incluso si puedes pagarlo sin problema, es bueno mantenerse flexibles, durmiendo en albergues y en sofás de amigos, si cabe. No se trata solo de comodidad.


Durante siglos hemos vivido rodeados de fronteras y vallas, una sociedad inmunológica, como lo definió Byung-Chul Han en el libro ‘La sociedad quemada‘, hace diez años. La historia humana se ha basado en el minimalismo, debido a la escasez arraigada a nuestro estilo de vida. Pero la globalización ha suprimido todos estas barreras inmunes para la felicidad de muchas personas, pero no todas. La sociedad de la abundancia elimina la negatividad de lo desconocido. Entonces, los minimalistas huyen del exceso de positividad, que se expresa como exceso de rendimiento, exceso de producción y exceso de comunicación. El escape se produce con más o menos éxito, limitado por la represión de los demás, que puede dar paso a una guerra contra uno mismo.

El estilo de vida minimalista es útil en este período de cuarentena, debido a una capacidad de adaptación más rápida a los cambios. Estos cuatro puntos son lo que he experimentado personalmente:

  1. Ayudarse para ayudar. Por favor póngase su máscarilla, luego ayude a los demás. No podría ser una metáfora más oportuna. Antes del despegue, las tripulaciones en los aviones instruyen a cuidarse primero, para luego ayudar mejor a los demás. Debido a que necesitamos mantenernos psicológicamente y físicamente en salud, necesitamos administrar horarios personales, higiene, alimentación y sueño. Soy corredor y solía correr 10 km en las colinas que rodean Barcelona, ​​por lo que incluso un parque es demasiado pequeño para correr. Pero ahora solo tengo una terraza para correr, y me considero afortunado, así que evaluando de manera realista las fortalezas y debilidades, logro correr 6 km al día, repitiendo 600 veces el mismo segmento en una terraza de 24 metros cuadrados. Esto genera un estado de ánimo positivo, una mejor actitud de apoyo a los demás y evita los extremos como aquel corredor italiano en Montelsilvano que, después de que su vecino le aconsejara que no saliera a correr, destruyó su automóvil en un ataque de ira.
  2. Dar el ejemplo, en línea está bien igual. El primer día de la cuarentena, fui una de esas personas molestas que organizaban cine en línea, sesiones de yoga en línea, clases de cocina en línea para mejorar la respuesta mía y de mis amigos al confinamiento a través de la influencia positiva. Al mismo tiempo, he sido seguidor y he asistido a las iniciativas de otras personas. Hemos elegido recetas sencillas de cocina minimalista asignando tareas, como comprar los mismos alimentos y estableciendo objetivos, como cocinarlo todo en línea. La idea era ofrecer soluciones, no solo problemas y sin pensar mucho en lo que era antes y mucho menos centrados en cuándo volveremos a la vida real. Las personas reaccionaron bien psicológica, física y logísticamente, enfrentando abiertamente el estrés, optimizando recursos y carga de trabajo. Simplemente con enviar un WhatsApp al día, y sin crear ningún grupo, fue suficiente para alentar la participación en actividades de equipo y desarrollar relaciones positivas.
  3. De las interacciones físicas a las en línea. Me gano la vida enseñando en escuelas de negocios o empresas, de repente, debido a la COVID-19, casi todos los cursos planificados se cancelaron, pero algunos tuvieron que pasarse al online. Es un drama para una metodología basada en las interacciones personales. Afortunadamente, el diseño minimalista de la presentación y el hecho de que anteriormente y habíamos seleccionado talleres y ejercicios presenciales que podrían adaptarse rápidamente al nuevo requisito de enseñanza, nos salvaron.
  4. Adáptate, las prioridades han cambiado. Tuve que cancelar todos los viajes para marzo, abril y mayo, y estos son esenciales para enseñar en siete países diferentes, repartidos en tres continentes. Pero lo que, sin duda, he perdido libertad, poder abrazar a las personas y compartir el tiempo cara a cara con ellas. Pero ahora hay tiempo para dormir, leer más, hablar más por teléfono, meditar más, descubrir la casa. Además, ¿quién necesita dinero si solo se puede comprar pan y lechuga? Este confinamiento también puede dar forma a una nueva relación con la pareja, por la nueva prioridad de aprender cómo quedarse meses en casa, identificando y gestionando diferentes opiniones. Hay que volver especial lo habitual, diversificar las tareas de cocina (yo soy el cocinero), agudizar la mente jugando al ajedrez (yo soy el perdedor) y usar la cultura de cada individuo para construir el todo.

Esta crisis ha afectado precisamente a los peores hábitos de los seres humanos, los que nos hacen ignorar el bienestar de la comunidad a favor de la ganancia personal, gastar tiempo y recursos en la superficialidad y dar por sentado nuestras crecientes propiedades. De repente, todos nos vemos obligados a ver lo que es necesario, porque, además, si no acabamos con todos los elementos no esenciales, el virus acabará con los elementos esenciales. Hemos recibido otro aviso de la naturaleza sobre lo difícil que es proteger la fragilidad del ser humano. Nuestra alma es lo que nos queda después de haber renunciado a todo, no desperdiciemos una buena crisis y aprovechemos la cuarentena restante en trabajar sobre nosotros mismos.

Giulio Toscani, Director Académico del Programa Open de Inteligencia Artificial de Esade.

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